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¿Por qué el género importa en la adaptación climática?

El cambio climático no afectará a las personas por igual. Quienes viven sus efectos más adversos habrán contribuido menos al problema y tendrán menos recursos para adaptarse a sus impactos. Para que la adaptación tenga éxito, los factores sociales que aumentan la vulnerabilidad deben abordarse de frente, argumenta Bernadette P. Resurrección.

Bernadette P. Resurrección / Published on 19 September 2019
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Bernadette P. Resurrección

Las consecuencias del cambio climático afectan de manera diferente a ricos y pobres, poderosos y marginados. Muchas familias ya viven con el conocimiento del daño que causan las sequías, las inundaciones y la salinización del suelo y el agua. Para los pobres y marginados, las decisiones sobre cómo adaptarse al cambio climático están condicionadas por hogares, comunidades, suministros de alimentos e ingresos inseguros. Y a menudo son las niñas y las mujeres las que están especialmente expuestas a las nuevas inseguridades relacionadas con el clima o están cargadas con la tensión de responder al desastre y adaptarse a los impactos crónicos.

Por ejemplo, las tasas de alfabetización escolar en escalada de las niñas son una historia de éxito en desarrollo, pero las tensiones relacionadas con el clima pueden reducir ese éxito. En algunos países vulnerables al clima, se puede retirar a las niñas de los colegios y escuelas para reducir la pérdida de recursos del hogar, mientras que los niños continúan su educación durante el período de crisis.

Estrategias similares pueden incluir que los padres consideren el matrimonio prematuro; enviar a su hija a un hogar menos inseguro. Pero el matrimonio no necesariamente ofrece protección. A medida que los ecosistemas se degradan por causa de los extremos climáticos, la carga doméstica sobre las mujeres y las niñas puede aumentar, obligándolas a buscar recursos en áreas no seguras, lo que aumenta su exposición a la violencia y la agresión sexual. Tales amenazas son aún mayores si ocurre desplazamiento de familias debido a desastres naturales.

Incluso las iniciativas de adaptación que buscan abordar desigualdades pueden acarrear riesgos si no se implementan cuidadosamente. Por ejemplo, muchos programas de adaptación inadvertidamente se basan en modelos anteriores de intervenciones que simplemente agregan actividades de adaptación a la, ya larga, lista de responsabilidades de las mujeres. Tal enfoque no permite a las mujeres ejercer sus derechos sobre el uso de su tiempo y recursos o beneficiarse de actividades de adaptación. Dichos programas también pueden asumir que las mujeres son un grupo homogéneo, ignorando las intersecciones vitales con la clase, el origen étnico, la edad, la sexualidad y la discapacidad, factores que influyen en sus capacidades de adaptación.

Una agenda transformadora

Entonces, ¿cómo podemos adaptar y empoderar efectivamente? Priorizando la equidad en el frente y centro del diseño de políticas, prácticas e intervenciones. Esto haría que la adaptación al cambio climático se convierta en una agenda transformadora, no solo un acto instrumental. Como primer paso para una transformación exitosa, los planificadores y los encargados de la toma de decisiones deben comprender los factores que promueven la inequidad y cómo hacen que grupos específicos de mujeres, hombres, grupos pobres, étnicos y discapacitados sean vulnerables al cambio climático. La investigación sobre género y adaptación climática ha identificado tres factores subyacentes.

Responsabilidades de género

  • A medida que los extremos climáticos degradan los ecosistemas, aumentan las cargas sobre las mujeres y las niñas, lo que limita las oportunidades de educación y generación de ingresos y aumenta la exposición a la violencia, incluidas las agresiones sexuales.
  • Como estrategia para enfrentarla escasez de alimentos, las mujeres son más propensas que los hombres a reducir la cantidad de lo que comen.
  • En áreas donde el estrés climático afecta los recursos, las mujeres pobres venden sus pequeños activos y toman préstamos de prestamistas y redes.

Salud

  • El cambio climático produce condiciones que impulsan la propagación de la malaria, especialmente inundaciones y las altas temperaturas. Las mujeres embarazadas tienen cuatro veces más probabilidades de sufrir ataques de malaria sintomática que otros adultos. La evidencia creciente indica que las mujeres jóvenes pobres, marginadas y rurales sienten con mayor agudeza los efectos específicos de género de la malaria.
  • En las regiones donde se fabrican bienes, los eventos de calor extremo y las altas temperaturas pueden causar deshidratación, dolores de cabeza, enfermedades renales e insolación en trabajadores expuestos, que están sobre representados por mujeres jóvenes, especialmente en zonas económicas libres o especiales.

Derechos

  • El acceso de las mujeres a los recursos y servicios agrícolas productivos no es igual al acceso de los hombres. Esto reduce la capacidad de adaptación de las mujeres, especialmente durante los eventos críticos provocados por el cambio climático.
  • El derecho de las mujeres a poseer propiedades, a menudo denegado o limitado, es un requisito importante para la reconstrucción de los asentamientos humanos que han sufrido algún deterioro. Los derechos de propiedad u ocupación impiden el desalojo y aumentan la seguridad. En la fase de reconstrucción de terrenos o propiedades, la restauración de estructuras resistentes a las tormentas y sensibles al género reducirá el daño de los peligros relacionados con el clima en el futuro.

¿Qué funciona?

Es probable que las medidas de adaptación que no tienen en cuenta los factores que promueven la desigualdad, favorezcan la injusticia social y otras inequidades, que en sí mismas hacen que la adaptación sea menos efectiva o incluso contraproducente. No obstante, hay ejemplos de iniciativas de ONG, comunidades y gobiernos que aplican “lentes de equidad” para permitir que las mujeres, los jóvenes y los grupos étnicos lideren los esfuerzos para adaptarse al cambio climático.

  • En Córdoba, Colombia, donde las tormentas tropicales y la sequía están afectando el acceso al agua potable y la seguridad alimentaria en las zonas rurales, los conocimientos y la experiencia tradicionales están proporcionando herramientas para adaptarse al cambio climático. Al utilizar semillas adaptadas localmente y pequeñas especies de ganado, la agricultura se vuelve más resistente al clima y promueve la recolección, el almacenamiento y la gestión sostenible del agua. El género es un componente clave del éxito de esta iniciativa, que permite a las mujeres jóvenes asumir roles de liderazgo en los comités de agua, pues su tiempo ya no se ve afectado por la recolección de agua.
  • Con su Política de Igualdad de Género de 2017, el Fondo Mundial para el Clima (GCF, por sus siglas en inglés) se ha comprometido a un financiamiento con perspectiva de género, responsabilidad por género y asignación equitativa de recursos. El GCF coloca la inversión climática en el contexto del desarrollo sostenible y busca una asignación 50/50 entre mitigación y adaptación, con un enfoque en los países y las personas más vulnerables. Las directrices sobre la incorporación de la perspectiva de género requieren que se indique el análisis de género, el plan de acción y el marco de monitoreo y evaluación para todos los proyectos en consulta con participación de mujeres y hombres locales.

Poniendo la equidad en el centro:

Lo que muestran las investigaciones existentes y estos ejemplos es que los tomadores de decisiones no pueden evadir las injusticias sociales y sus causas fundamentales al planificar e implementar intervenciones de adaptación. Son los factores sociales, políticos, económicos y culturales los que impulsan la vulnerabilidad: el acceso limitado de las mujeres y el control sobre los recursos agrícolas, como la tierra y el capital, no es directamente un efecto del cambio climático sino de las prácticas y normas sociales, políticas y económicas que discriminan por motivos de género. La orientación sobre la aplicación de lentes de igualdad de género y equidad social en el desarrollo sostenible y las herramientas para llevar a cabo análisis de género pueden ayudar a los responsables de la toma de decisiones a comprender el panorama de la equidad y planear en consecuencia.

Por el momento, los roles, las responsabilidades y las prácticas de género corren el riesgo de darse por sentado, permanecen silenciosamente aceptados y no abordados en los programas de adaptación. Es probable que la demora en el tratamiento de estas desigualdades y condiciones injustas empeore los impactos del cambio climático.

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