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Nuestra casa común

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Nuestra casa común

Una guía para el cuidado de nuestro planeta vivo.

Una iniciativa conjunta de la Santa Sede y el Instituto de Ambiente de Estocolmo.

Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral logo

SEI logo white version

Published on 14 February 2023

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Contents

    Nuestra casa común

    Todo está conectado

    Papa Francisco, Laudato si’ (91)

    Debemos urgentemente renovar nuestra relación con nuestro planeta vivo.

    Si bien la escala de este desafío puede parecer abrumadora, la buena noticia es que las respuestas ya están a nuestro alcance: solo tenemos que ponerlas en marcha.

    Las siguientes páginas resumen la evidencia sobre asuntos que están al centro de nuestra situación actual. El objetivo es informar, infundir esperanza, y estimular el debate y la acción.

    Esta guía es el resultado de una colaboración entre la comunidad científica y la espiritual, entre el Instituto de Ambiente de Estocolmo (SEI por sus siglas en inglés) y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Presenta hechos y soluciones esenciales sobre temas clave, junto con formas en que las comunidades pueden responder.

    Está inspirada por la segunda encíclica del Papa Francisco, Laudato si’: Sobre el cuidado de nuestra casa común, la cual explora nuestra crisis ecológica y sus raíces en el consumo excesivo y en los modelos actuales de desarrollo económico.

    Estas cuestiones son prioritarias para el Papa Francisco, la Iglesia Católica y todos los creyentes, la comunidad científica, y todos los ciudadanos, para responder al llamado a proteger y regenerar nuestra casa común.

    Nuestro clima

    El clima es un bien común, de todos y para todos

    Laudato si’ (23)

    Estamos viviendo una crisis climática impulsada por sistemas económicos y sociales que funcionan con combustibles fósiles. Sin una respuesta de gran alcance, el cambio climático socavará las condiciones que nos han permitido prosperar en nuestro planeta. Para enfrentar esta crisis, debemos de alterar fundamentalmente nuestras economías y nuestro comportamiento, para cambiar nuestros patrones cotidianos de consumo y promover la justicia social. Pero las herramientas que necesitamos ya están en nuestras manos.

    El uso de combustibles fósiles es la causa principal del calentamiento global

    El planeta nos dio un clima estable en el que la humanidad y la naturaleza pudieron florecer por milenios. Pero desde la Revolución Industrial en el siglo 18, hemos emitido más y más gases de efecto invernadero a la atmósfera, los cuales calientan el clima al atrapar el calor del sol.

    Estos gases se producen al quemar carbón, petróleo y gas para la industria y el transporte, y para calefacción y electricidad en los hogares y edificios. También emitimos gases de efecto invernadero a través de la agricultura intensiva y la tala de bosques.

    El colapso climático es una grave amenaza a nuestra seguridad y al mundo natural

    Las sequías, tormentas e inundaciones ya son más frecuentes y severas. La escasez de alimentos y agua está causando hambre y conflictos. El nivel del mar está subiendo: 150 millones de personas viven en tierras que a mediados de siglo ya estarán debajo de la línea de marea alta.

    Algunos de los ambientes más biodiversos, como los arrecifes de coral, ya han sido dañados a un punto del que no podrán recuperarse. Y aunque todos seremos afectados, los pobres del mundo, los menos responsables por el cambio climático, injustamente llevan la mayor carga.

    ¿Qué tiene que cambiar?

    Illustration of a sun

    Si actuamos de inmediato para eliminar rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero, podemos limitar el aumento de temperatura y evitar los resultados más peligrosos. En 2015, casi 200 países firmaron un acuerdo en París para limitar el aumento de temperatura a 1,5 grados centígrados, pero no hemos actuado con suficiente rapidez. La próxima década será crítica.

    Se necesita nada menos que un cambio total en nuestras economías y sociedades. Debemos:

    • detener la deforestación
    • cambiar cómo consumimos alimentos y cultivamos nuestra tierra
    • producir electricidad sin combustibles fósiles, transicionando en masa a la energía limpia.

    Tomemos acción

    • ¿Qué acciones podemos tomar para defender la vida y detener el calentamiento global? ¿Puede usar energía renovable, desinvertir de los combustibles fósiles, y añadir más alimentos de origen vegetal a su dieta?
    • ¿Sabe con qué objetivos climáticos se han comprometido su gobierno nacional y local? ¿Puede llamar a una acción más fuerte y abogar por la justicia climática?
    • Los que toman decisiones deben entender que el cambio climático es de alta prioridad. ¿Cómo podemos alzar la voz y asegurarnos de que escuchen nuestras inquietudes?

    Nuestro planeta vivo

    Porque todas las criaturas están conectadas, cada una debe ser valorada con afecto y admiración

    Laudato si’ (42)

    La industrialización, el consumo masivo y la transformación de la agricultura han llevado al mundo vivo a un punto de crisis. Hemos causado una extinción masiva en curso, desde mamíferos hasta plantas y bacterias diminutas. Es urgente cambiar de rumbo, salvaguardar los ecosistemas salvajes que quedan y revivir los que están degradados. Son la base de nuestra supervivencia y nuestro bienestar.

    La biodiversidad es la base para la supervivencia y el progreso humano

    Los ecosistemas sanos regulan el clima, limpian la contaminación, polinizan nuestros cultivos, y nos dan agua limpia, medicinas, y otros recursos naturales vitales. Muchos medios de vida dependen de estos servicios. La naturaleza es una tremenda fuente de inspiración para el arte, el aprendizaje, la cultura y la espiritualidad.

    Sin embargo, a medida que la industria, la agricultura y la pesca se adentran en paisajes que eran salvajes, como los bosques, humedales y mares, destruyen la riqueza del mundo vivo.

    Desde 1970, las poblaciones silvestres del mundo han disminuido en dos tercios

    En el mismo período, la vida animal y vegetal en agua dulce se redujo en un 84 por ciento. Las abejas y otros polinizadores están en grave declive, lo que amenaza el suministro de alimentos básicos, frutas y verduras.

    Sin acción sobre el clima y la deforestación, en 50 años la selva amazónica podría ser un paisaje seco y de matorral. El suelo también está en peligro, y sin suelos biodiversos, los ecosistemas que sustentan no pueden sobrevivir. Los ecosistemas sanos también protegen contra los impactos del cambio climático, como el calor extremo y las inundaciones costeras.

    ¿Qué tiene que cambiar?

    Illustration of a butterfly
    Con acciones inmediatas para conservar y restaurar los ecosistemas podemos revertir el daño a la naturaleza. Debemos proteger y restaurar los hábitats terrestres y marinos. Hay que fortalecer los derechos territoriales de los pueblos locales e indígenas, que tienen un saber profundo y diverso sobre el uso prudente de recursos naturales.

    Debemos cambiar cómo producimos y consumimos alimentos. Las prácticas agrícolas restaurativas pueden darle un refugio a la naturaleza y a la vez ayudar a enfrentar el cambio climático. Comer menos carne y productos lácteos y reducir el desperdicio de alimentos reduce la presión sobre los ecosistemas. Abordar la crisis climática también evitará una mayor pérdida de biodiversidad.

    Tomemos acción

    • Laudato si’ nos desafía a tener una nueva reverencia ante la vida (207). Nuestra falta de reverencia ha llevado a una crisis ecológica. ¿Cómo podemos redimir nuestra relación con la creación?
    • Laudato si’ (92) afirma que todo ensañamiento con cualquier criatura es contrario a la dignidad humana. Resolvamos poner fin a la crueldad con los animales, especialmente en la industria ganadera.
    • ¿Qué podemos hacer para revertir la destrucción de los ecosistemas naturales? ¿Cómo podemos influenciar a los tomadores de decisiones para que prioricen esto?

    Nuestra agua

    El acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal

    Laudato si’ (30)

    Tenemos una obligación moral de asegurar que todos tengan acceso a suficiente agua limpia para satisfacer sus necesidades humanas fundamentales. Sin embargo, cada vez más personas carecen de suministros fiables de agua, especialmente los pobres. Podemos garantizar el acceso al agua potable, el saneamiento para todos, y el uso sostenible del agua en la agricultura y la industria si la tratamos como un recurso precioso y la conservamos y gestionamos de forma justa y sostenible.

    El acceso al agua limpia es un desafío creciente

    Cada vez más personas carecen de agua limpia para beber y para lavarse, o para regar los cultivos. A veces no hay suficiente, o el agua se ha usado en exceso, desperdiciado o contaminado. El uso del agua ha crecido a más del doble de la tasa de crecimiento de la población en el último siglo, y más regiones están llegando al punto en que no habrá suficiente agua para las futuras necesidades de la gente.

    El cambio climático también está causando escasez y sequías en algunas áreas e inundaciones en otras.

    Para 2025, dos tercios de la población mundial podrían enfrentar escasez de agua

    Unos 4.000 millones de personas sufren grave escasez de agua por al menos un mes al año, especialmente en países muy pobres y en zonas rurales. Muchas ciudades en el mundo tienen una grave escasez de agua, y a menudo desvían el agua dulce de las tierras rurales. La contaminación del agua por pesticidas y fertilizantes químicos es un gran problema, y el derroche de agua y el calentamiento global también amenazan los suministros.

    3.600 millones de personas carecen de saneamiento seguro, y 1.700 millones no tienen saneamiento básico. Esto los expone a infecciones letales como el cólera, y a otras enfermedades transmitidas por el agua.

    ¿Qué tiene que cambiar?

    Illustration of a water droplet
    Hay que tratar al agua como un recurso escaso y precioso, y usar menos y con mayor eficiencia. La educación sobre la conservación del agua es esencial para ayudar a la gente a cambiar su uso.

    Debemos abordar las prácticas de riego derrochadoras. Debemos reducir el uso excesivo de abonos químicos y pesticidas en la agricultura, y así reducir la contaminación de los ríos, las aguas subterráneas y los mares.

    Podemos ahorrar recursos si reusamos el agua de lluvia y las aguas residuales, y al proteger los bosques también podemos proteger las cuencas hidrográficas y los ríos. Y ya que el calentamiento global es una causa de la escasez de agua, estos problemas deben abordarse juntos.

    Tomemos acción

    • ¿Qué dice la Biblia sobre el agua, y cómo la usamos en nuestro culto cristiano, nuestros rituales y sacramentos? ¿Sabe que el agua es sagrada, y la trata con respeto?
    • El agua da vida. ¿Cómo podemos dejar de desperdiciarla y proteger este precioso regalo en nuestra vida diaria?
    • ¿Cómo podemos crear resiliencia comunitaria a través de prácticas de ahorro de agua? Por ejemplo, podemos instalar accesorios de agua más eficientes en los hogares y sembrar zonas de protección a lo largo de las costas y de los ríos.

    Nuestro aire

    Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura

    Laudato si’ (2)

    El aire limpio es un derecho innato de todos. Sin embargo, a nivel mundial, 9 de cada 10 personas respiran aire con altos niveles de contaminación. Al mismo tiempo, la contaminación del aire contribuye al calentamiento global y perjudica el mundo natural. Los pobres sufren los peores efectos, especialmente en las ciudades. Muchas de las acciones que podemos tomar para reducir la contaminación del aire no solo mejorarían nuestra salud, sino que también tendrían beneficios para el clima, la biodiversidad y la calidad de vida.

    La contaminación del aire exterior mata a más de 4 millones de personas cada año

    En el aire exterior, los mayores problemas son el smog y el hollín. Se liberan con la quema de combustibles fósiles en los vehículos, la industria y la generación de electricidad. En muchas ciudades, la quema abierta de desechos es un gran problema.

    Esto arriesga la salud de todos, causando males cardíacos, derrames cerebrales y cáncer de pulmón. La gente en países de ingresos bajos y medios está especialmente expuesta. Algunos contaminantes también agravan el calentamiento global.

    La contaminación del aire en el hogar causa muchos males, especialmente entre los pobres

    Al menos 3 millones de personas mueren cada año por respirar aire interior contaminado, principalmente por el humo del carbón, la madera y el estiércol que se usan para cocinar.

    Cuando se queman esos combustibles en la cocina o la calefacción, se emiten contaminantes peligrosos, como pequeñas partículas y monóxido de carbono, que dañan la salud de todos los miembros del hogar, especialmente de las mujeres y los niños, que suelen pasar más tiempo en casa. Las enfermedades respiratorias, el cáncer y los problemas oculares son algunos de los males más comunes causados por la contaminación del aire interior.

    ¿Qué tiene que cambiar?

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    Hay tecnologías para reducir las emisiones industriales, y debemos cambiar nuestros sistemas de transporte, energía y gestión de residuos. En las ciudades, mejorar las redes de transporte público y de peatones y ciclistas, así como cambiar a motores eléctricos, reducen la contaminación ambiental por los vehículos. Es esencial pasar de los combustibles fósiles a la energía solar, eólica o hidroeléctrica para generar electricidad.

    La quema abierta de los residuos se puede evitar si se reducen, separan y reciclan. Además, la gente necesita acceso a estufas asequibles y limpias y a fuentes de energía renovables para calentar e iluminar sus hogares.

    Tomemos acción

    • En la Biblia, el Espíritu Santo a menudo se asocia con el aliento y la vida. Respire profundamente y sienta el aire llenando sus pulmones. Esté consciente de todos los que comparten este aire con usted.
    • ¿Cómo es la calidad del aire donde vive? ¿Cuáles son las principales fuentes de contaminación del aire? Présteles atención a los más vulnerables de la sociedad, como los niños y los enfermos.
    • Considere cómo nuestro estilo de vida contribuye a la contaminación del aire. Comprométase a hacer cambios para reducir sus emisiones, como tomar transporte público, caminar o andar en bicicleta en vez de viajar en automóvil.

    Nuestros alimentos

    Hay una gran variedad de sistemas alimentarios campesinos y de pequeña escala que sigue alimentando a la mayor parte de la población mundial

    Laudato si’ (129)

    La forma en que producimos y consumimos alimentos está íntimamente conectada con el mundo vivo que nos rodea y con el cambio climático, la biodiversidad, el uso del agua y la contaminación. La agricultura también proporciona cada vez más materia prima para la industria y la infraestructura. A medida que crece la población mundial, debemos garantizar la seguridad alimentaria para todos y salvaguardar los ecosistemas que son la base de la agricultura.

    La agricultura intensiva ha alterado el planeta

    Con la gran demanda de alimentos en la segunda mitad del siglo pasado se transformaron las prácticas agrícolas en todo el mundo. El nuevo modelo de agricultura industrial fue impulsado por la mecanización, nuevas variedades de cultivos, y pesticidas y abonos sintéticos. Aunque inicialmente, esos métodos aumentaron mucho los rendimientos, en muchas formas el sistema ya es insostenible.

    Los impactos ambientales y sociales han sido devastadores y a gran escala. Muchos alimentos y variedades de cultivos únicos se han perdido, y con ellos los lazos culturales en los que la comida juega un papel vital.

    La agricultura en crisis, la gente y el planeta en riesgo

    Mientras que el hambre aguda aumenta en más de 50 países, un tercio de la comida se desperdicia. La agricultura intensiva depende de los combustibles fósiles, convierte bosques ricos en tierras de cultivo, y produce cerca de un tercio de las emisiones de carbono.

    A medida que los métodos de agricultura intensiva agotan la tierra fértil y reducen la biodiversidad, limitan la capacidad de las futuras generaciones para cultivar alimentos. Cuando se desplazan los agricultores locales e indígenas, perdemos rápidamente sus profundas reservas de conocimiento y habilidades.

    ¿Qué tiene que cambiar?

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    Un mundo más caliente afectará el rendimiento de los cultivos y los ecosistemas, así que debemos confrontar el cambio climático. Evitar el desperdicio de alimentos aliviaría la presión sobre la tierra y el agua y alimentaría a más personas. Elegir dietas con menos productos lácteos y carne también reduciría la presión sobre la tierra y las emisiones de gases de efecto invernadero.

    En solo unos pocos años, los métodos de agricultura ecológica pueden restaurar la tierra degradada, abrir espacio para la naturaleza, proteger los suelos y absorber carbono.

    Los pequeños agricultores todavía producen gran parte de nuestros alimentos, y esa diversidad es vital: el saber único de los productores locales e indígenas es clave para el futuro de la agricultura.

    Tomemos acción

    • La Eucaristía nos recuerda la profunda relación entre la Tierra, los unos con los otros y Dios. Al compartir el Pan de Vida, ¿cómo respondemos al hecho de que tantos pasan hambre?
    • Vivimos en un mundo de hambre y de desperdicio. ¿Se compromete a dejar de desperdiciar alimentos? ¿Puede cambiar su dieta a una que sea mejor para el planeta, aún si requiere hacer sacrificios?
    • ¿Qué debe cambiar en cómo producimos y distribuimos los alimentos? ¿Cómo ayudamos a efectuar esos cambios? ¿Puede empezar a hacer compost y comprar más de productores locales?

    Nuestro consumo

    El mundo del consumo exacerbado es al mismo tiempo el mundo del maltrato de la vida en todas sus formas

    Laudato si’ (230)

    El consumismo cada vez mayor y los patrones de producción industrial tienen graves consecuencias para el mundo natural, en el cambio climático, la contaminación y el uso incauto de los recursos naturales. Los niveles actuales de consumo, especialmente de los más ricos, no se pueden sostener: será vital realinear los valores culturales y movernos hacia prácticas circulares y regenerativas en la economía.

    Para el 2050 necesitaríamos tres planetas para apoyar los estilos de vida actuales

    Desde 1970 hemos consumido más de lo que el planeta puede sostener. Y un 20 por ciento de la población usa el 80 por ciento de los recursos.

    La producción y el consumo del mundo industrializado despojan a la Tierra de sus riquezas naturales, como los bosques, los peces, los minerales y el agua. Las formas derrochadoras en las que producimos y consumimos bienes también son altamente contaminantes y perjudican la salud humana y del mundo viviente, al mismo tiempo que contribuyen al calentamiento global.

    Cada año, unos 12 millones de toneladas de plástico ingresan a los océanos

    Los desechos plásticos son un grave síntoma del consumo excesivo. Ya hay unos 5 billones de piezas de plástico – tanto piezas más grandes como micro plásticos– flotando en los mares, con tremendos efectos sobre las especies marinas y la biodiversidad. Los micro plásticos terminan en nuestra comida, en el agua e incluso en nuestra sangre.

    La mitad de los plásticos que se han producido se hicieron en los últimos 15 años, y la producción está creciendo. En cada etapa de su ciclo de vida, el plástico puede dañar nuestra salud, a través del contacto con las partículas de plástico en sí y con los productos químicos que se usan en su fabricación.

    ¿Qué tiene que cambiar?

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    Debemos reemplazar los sistemas de consumo y descarte con enfoques circulares que respeten los límites ecológicos. Eso significa reutilizar, reciclar y compartir materiales y productos.

    Los gobiernos tienen que hacer más para responsabilizar a las empresas por los impactos de sus actividades y sus cadenas de suministro. También deben ayudar a los consumidores a tomar decisiones sostenibles –por ejemplo, a través de impuestos selectivos y requisitos para etiquetas más claras en los productos. Tanto los hogares como las empresas deben hacerse responsables por cómo eliminan sus desechos.

    Al mismo tiempo, hay que encontrar alternativas al crecimiento económico basado en el PIB, que es el principal impulsor del aumento del consumo de bienes y servicios.

    Tomemos acción

    • ¿Siente que el consumismo compulsivo es como una trampa? ¿Qué cambios podría hacer en su estilo de vida para cuidar mejor a los demás y a la creación?
    • Cada producto y servicio tiene una huella ecológica y una huella social. Al escoger nuestras compras con cuidado y responsabilidad, podemos proteger tanto a la gente como al planeta.
    • ¿Cómo puede usar el poder de la ciudadanía para instar a los gobiernos y al sector privado a reducir los impactos ecológicos y avanzar hacia el desperdicio cero?

    Nuestro futuro común

    Un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia

    Laudato si’ (49)

    La justicia social y los derechos humanos están entretejidos en todos los problemas ambientales más urgentes hoy día. Los que menos aportan al daño ambiental a menudo sufren los peores efectos. La equidad y la justicia también suelen estar al centro de las soluciones. No podemos resolver el calentamiento global, por ejemplo, sin confrontar las preguntas sobre quién es más responsable. Los derechos de la mujer también deben tomar un lugar central: cuando las mujeres están educadas y empoderadas, vemos mejores resultados ambientales.

    El medio ambiente y la justicia social son inseparables

    El uso excesivo de recursos naturales por parte de los países industrializados significa que los países más pobres han pagado un alto precio por el desarrollo de los más ricos. El cambio climático es un ejemplo claro: los más ricos son más responsables, pero los marginados y los pobres sufren los peores impactos.

    La biodiversidad y la agricultura también están atadas a la justicia y la igualdad. A medida que la industria y la agricultura intensiva han avanzado, los derechos territoriales de los que han cuidado los ambientes más biodiversos –pequeños agricultores y pueblos indígenas– a menudo han sido ignorados.

    Todos estamos afectados –especialmente los marginados

    El aumento del nivel del mar, el clima extremo y la reducción en el rendimiento de los cultivos afectarán más a los pobres. Para 2050, más de 140 millones de personas en Latinoamérica, África subsahariana y Asia Sudoriental podrían tener que migrar debido a la crisis climática.

    Todos tenemos derecho a aire y agua limpios, pero muchos de los pobres en las zonas urbanas no los tienen, y están muy expuestos a la contaminación. Los jóvenes tendrán que vivir con las consecuencias de las decisiones tomadas hoy, así que deben jugar un mayor papel en la toma de decisiones.

    ¿Qué tiene que cambiar?

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    Al mismo tiempo que eliminemos las emisiones de carbono, debemos adaptarnos al cambio climático y fortalecer nuestra resiliencia, especialmente entre los más vulnerables. Podemos restaurar y conservar los ecosistemas, construir estructuras para protegernos contra las inundaciones costeras y el aumento del nivel del mar, y desarrollar cultivos resistentes a la sequía.

    A medida que nos alejemos de una economía de combustibles fósiles, debemos garantizar una “transición justa”, que les ofrezca seguridad y oportunidades a los que podrían perder con el cambio. También es vital abogar fuertemente por la justicia ecológica para construir un mundo resiliente y equitativo.

    Tomemos acción

    • El Papa Francisco nos insta a “escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (Laudato si’, 49). Oremos y busquemos justicia en todos los frentes, por la gente y el planeta.
    • ¿Cómo podemos ayudar a la gente, especialmente a los jóvenes, a enfrentar un futuro desafiante con confianza, competencia y esperanza? ¿Cómo les damos una fuerte voz a los grupos marginados?
    • La emergencia climática es una oportunidad para unirnos como uno solo. ¿Cómo podemos ayudar a los afectados por las crisis ecológicas? ¿Qué programas o políticas pueden abordar la injusticia de larga data?

    Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo

    Papa Francisco, Laudato si’ (202)

    No estamos separados del planeta que compartimos con los otros seres vivos; estamos íntimamente conectados y por lo tanto somos responsables por su cuidado. Debemos reconocer esta verdad para poder enfrentar los desafíos de este punto crítico en la historia humana. Lo que está en juego no es nada menos que el derecho de nuestros niños a un clima seguro, agua y aire limpios, suficientes alimentos, seguridad física y las maravillas de un planeta rico en vida.

    No podemos superar las crisis gemelas del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, ni superar la contaminación, la degradación de los recursos, la pobreza y la injusticia, sin transformar patrones obsoletos de comportamiento, cultura y economía. Tenemos que avanzar de una relación explotadora con nuestro planeta a una basada en la protección y el cuidado. Aunque esa transformación ya ha comenzado, la gravedad de la situación exige mayor acción.

    La gente y las comunidades debemos unirnos para garantizar que los que toman decisiones y tienen la mayor responsabilidad y poder, entiendan que la acción sobre estos asuntos es una prioridad para las personas a las que sirven, y que deben rendir cuentas.

    Si bien este es un momento de crisis, también es de oportunidad: podemos renovar nuestra relación con el planeta para no solo sobrevivir, sino también prosperar y florecer.

    Oración por nuestra tierra

    Dios omnipotente,
    que estás presente en todo el universo
    y en la más pequeña de tus criaturas,
    Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe,
    derrama en nosotros la fuerza de tu amor
    para que cuidemos la vida y la belleza.
    Inúndanos de paz, para que vivamos en hermandad
    sin dañar a nadie.
    Dios de los pobres,
    ayúdanos a rescatar
    a los abandonados y olvidados de esta tierra
    que tanto valen a tus ojos.
    Sana nuestras vidas,
    para que seamos protectores del mundo
    y no depredadores,
    para que sembremos hermosura
    y no contaminación y destrucción.
    Toca los corazones
    de los que buscan sólo beneficios
    a costa de los pobres y de la tierra.
    Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa,
    a contemplar admirados,
    a reconocer que estamos profundamente unidos
    con todas las criaturas
    en nuestro camino hacia tu luz infinita.
    Gracias porque estás con nosotros todos los días.
    Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha
    por la justicia, el amor y la paz.

    Papa Francisco, Laudato si’ (246)

    Una iniciativa conjunta de la Santa Sede yel Instituto de Ambiente de Estocolmo

    El Instituto de Ambiente de Estocolmo es una organización internacional de investigación y política sin fines de lucro que aborda los desafíos del medio ambiente y el desarrollo.

    El Dicasterio, un departamento del Vaticano, ayuda a los líderes y miembros de la Iglesia a promover el desarrollo humano integral y el cuidado de nuestra casa común.

    En Laudato si’, el Papa Francisco nos llama a desarrollar una “amorosa conciencia” de este hogar que compartimos y a actuar de acuerdo con nuestros valores más sentidos (Laudato si’, 220).

    La Plataforma de Acción Laudato si’ está inspirada por la visión ecológica integral de Laudato si’. La plataforma empodera a las comunidades, las instituciones y los grupos a convertirse en el cambio que quieren ver en el mundo en la era actual de emergencia planetaria. Aprenda más sobre lo que usted puede hacer para producir cambios positivos.

    Visite la Plataforma de Acción Laudato si’: laudatosiactionplatform.org

    Esta publicación se diseñó originalmente como un folleto impreso de 20 páginas.

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