Situado entre las cuencas de los ríos Amazonas y de la Plata, el bosque seco Chiquitano cubre unas 143 000 kilómetros cuadrados.

Mientras que la mayor parte de la investigación sobre el medio ambiente en la región se ha centrado en los efectos de los incendios forestales, los investigadores del SEI y sus socios están estudiando cómo los cambios en el uso del suelo están alterando el suministro de agua.

De especial interés son los atajados, estanques de almacenamiento superficial utilizados como abrevaderos del ganado que desvían el agua de la capa freática natural.

Mapa de comunidades muestreadas por socios del SEI en UAGRM en la sección de la cuenca del río Amazonas del bosque seco Chiquitano en el departamento de Santa Cruz de Bolivia

Comunidades muestreadas por socios del SEI en UAGRM en la sección de la cuenca del río Amazonas del bosque seco Chiquitano en el departamento de Santa Cruz de Bolivia. Datos del Escudo Brasileño de Schenk et al. (1998).

Mediante la teleobservación y los estudios en el terreno, los investigadores trabajan para cuantificar la cantidad de agua que se desvía a través de atajados y pozos de agua subterránea. Estos tipos de extracción y almacenamiento de agua pueden afectar la hidrología natural de los arroyos y afluentes río abajo, así como a los usuarios y ecosistemas.

Los gobiernos locales podrían beneficiarse de un mayor conocimiento sobre los impactos actuales y potenciales de las desviaciones de aguas superficiales, particularmente el papel de los atajados, y el aumento de la extracción de aguas subterráneas, para tener mejor información para la política de regulación del uso de las aguas subterráneas.

Representaciones gráficas que muestran cómo la deforestación altera la hidrología natural de un ecosistema

Modelo conceptual que muestra los efectos del cambio de uso de suelo agrícola y el desarrollo del almacenamiento descentralizado de aguas superficiales en el balance hídrico. El desbroce de tierras agrícolas y el uso de atajados tienden a reducir la filtración profunda y el flujo base, mientras que al mismo tiempo aumentan la escorrentía superficial, lo que afecta a los ecosistemas y a los usuarios de aguas río abajo.